C h a r i t oNos dejaste una tremenda tristeza con tu partida. Pero también nos dejas un ejemplo de valor y sacrificio. Nunca te rendiste, y lo que es de admirar, siempre tuviste una sonrisa y buena disposición apesar de todo. Como no sentirnos orgullosos de ti!. De tu lucha admirable contra la adversidad, enfrentando la experiencia tan dura y difícil que te tocó vivir durante los últimos años.
Cada una de nosotras guarda recuerdos bonitos de las veces que compartimos contigo. Siempre llena de vitalidad, de ganas, de fuerza, siempre divertida. Una buena madre, esposa y una Excelente hija.Nuestra querida amiga Charito Martínez Ponce de León; le encantaba su nombre, le encantaba su apariencia, le gustaba vivir y disfrutar. Sociable y romántica, pretenciosa, alegre y agradecida. Al final del camino, la enfermedad la alcanzó. Pero lejos de dejarse vencer, vivió cada día con más ilusión, con más esperanzas, con mucha fuerza, puso todo lo que pudo de su parte para continuar viviendo una vida normal, con éxitos en su trabajo, divirtiéndose, compartiendo con su familia, con su mami a la que tanto quería, compartiendo con sus amigos, un maravilloso grupo de amigos unidos, que estuvieron literalmente a su lado todo el tiempo, día a día, haciendo cada uno lo imposible para hacerla sentir mejor. Unas amigas que más que amigas hermanas, compartían también su dolor.
El destino nos llevó por caminos separados hace mucho tiempo, y nos volvió a juntar para compartir un tiempo más, para que yo pudiera poner un granito de arena, orar por ti y poder decirte Hasta Siempre Chari.
Hasta aquí mi homenaje a una querida amiga, pero no podría cerrar esta parte del blog sin mencionar la grandeza de alma y generosidad de dos amigas de nuestra promoción; todos sabemos que muchísimas personas dieron muestras de cariño a Charito y de alguna forma contribuyeron a su bienestar durante todo el padecimiento; tendría yo que publicar una inmensa lista en la que por supuesto están su madre, esposo e hijas, y otras personas más, ustedes saben bien. Pero debo contarles que hubo dos angeles o amigas, que dieron su tiempo, sus madrugadas, y en verdad hasta su sangre; que corrían o volaban cuando el celular sonaba a ver cualquier cosa que ella necesitara: un cariñito, un engreimiento, consuelo, compañía: Rosi y Rochi, que Dios las bendiga siempre.
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